Con el GM CC La Fresneda repetimos la salida porque hace unas semanas se tuvo que posponer la ruta por los incendios. A las 8 de la mañana nos encontramos veinticinco montañeros, preparados para ir a La Babia Leonesa. Todo pintaba bien, incluso el día que parecía mejor de lo previsto:
Hicimos una parada para desayunar en Huergas de Babia.
Desde aquí seguimos hasta La Cueta, que con sus 1.460m es el pueblo más alto de León y el punto de inicio de nuestra ruta. Después de hacernos una foto de grupo en La Cueta:
comenzamos nuestra ruta que coincide, inicialmente, con la ruta señalizada de las Fuentes del Sil. Y es que aquí, justo debajo de Peña Orniz, nace este río tan relevante:
El paisaje es muy guapo, aunque los prados están totalmente agostados, tras este verano de tanto calor y poca lluvia que estamos pasando. Seguimos subiendo y dejamos a nuestra izquierda la ruta que sigue hasta el lago del Valle. Nosotros teníamos puesta la vista en una cabaña que se veía en lo alto y en el humo que se veía cerca de ella.
Se trataba de un pequeño refugio en la majada de la Covalancha, lugar que elegimos para hacer una parada y agruparnos:
Y aquí nos quedamos impactados por el efecto que había tenido un reciente incendio por esta zona. De hecho, justo al lado de la cabaña, en una zona delimitada de forma circular todavía salía humo del suelo, en la foto Manolo se aprecia. Y un poco más adelante, todo el brezo y el matorral habían desaparecido y un amplio manto negro se había instalado en su lugar y cubría una extensión que llegaba más allá de nuestra vista.
Realmente, era impresionante. Eso sí, el río Sil en el fondo del valle había actuado como eficaz cortafuegos y había frenado la propagación del incendio a la ladera que se alzaba al otro lado del río.
Nosotros continuamos nuestra marcha sobre este suelo quemado. Casi no nos apetecía hablar al atravesar este paisaje tan desolador. Nos encontramos con imágenes muy llamativas, como las que proporcionaban las flores lilas de las quitameriendas que habían logrado sobrevivir y dar un toque de color a esta gran mancha negra.
Y lo más sobrecogedor fue la estampa de una vaca que estaba parada en medio de aquella hierba quemada. No sé lo que haría allí, porque un poco más abajo había algo de pasto… pero, la imagen era realmente impactante.
Recorrimos a pie toda esta zona calcinada hasta llegar al collado que nos asomaba a los puertos del Cuetalbo:
Estábamos en otra vertiente, habíamos dejado atrás lo quemado y ya podíamos ver al fondo nuestro objetivo de hoy, la Peña Orniz (2.191 m), Techo de Somiedo, en clara disputa con otro pico emblemático de la zona, el Cornón (2.188 m).
Así que, con la dirección muy clara, continuamos en ascenso hasta llegar al collado Orniz, en las proximidades de las fuentes del Sil.
Aquí paramos para agruparnos y una parte de los compañeros se quedó en este collado, mientras que los demás tiramos para arriba para coronar el pico. Nos quedaba ya poco desnivel y la parte más montañera de la ruta.
Llegar a una cumbre es siempre un momento especial y aquí, en Peña Orniz, no lo fue menos, teníamos un día ideal, despejado, de vistas nítidas, el día perfecto. En la cumbre hay un piolet, un buzón y el clásico oso con el que están adornadas ahora las cumbres de Somiedo.
No sabíamos para dónde mirar porque lo teníamos todo allí: todos los montes de Somiedo, las Ubiñas y todo su séquito, los montes de León. Después de hacernos una bonita foto de grupo, nos instalamos para comer: otro comedor de lujo para ampliar la colección. Se hace corto el tiempo en el que estamos en la Peña… pero hay que bajar. Además, nos quedaba todavía un buen rato de ruta, estábamos más o menos a mitad de recorrido. Así que, ¡a bajar! Para ello, seguimos avanzando un poco por la cresta y cogimos un sendero que entre piedras y matorral nos llevó a un punto de encuentro con los compañeros que habían quedado en el collado. Una vez todos juntos, seguimos camino.
La bajada por trazas de sendero que se dibuja en zonas con hierba alta, lamentablemente muy amarilleada. Pasamos por algún lugar singular, como la laguna de Congosto, completamente seca.
En nuestro caminar nos fuimos encontrado con diferentes cursos de agua, ahora afluentes del río Torrestío que terminarán vertiendo sus aguas al río Duero, a través de una compleja red fluvial que se teje con varios ríos intermedios. Definitivamente, habíamos abandonado el río Sil que había tomado su propio camino, dispuesto a llegar hasta Os Peares en Ourense y perder aquí su nombre al juntarse con el Miño.
Pasamos primero cerca del río Majúa y después, cuando cambiamos nuestra dirección para dirigirnos hacia Torrestío, pasamos al lado del río Valverde. Esta última parte de nuestra ruta ya es por pista. En las proximidades de Torrestío, un poco antes de verter sus aguas al río Torrestío, el Valverde atraviesa un bonito cañón y termina precipitándose bajo la forma de una vistosa cascada, la cascada de la Foz, un poco antes de llegar al pueblo. Todo esto podemos verlo desde un pequeño mirador, en el que, además hay un banco de esos que están ahora tan de moda, los que se conocen como el banco más bonito de… en este caso, de Torrestío.
Y, finalmente, llegamos a nuestro destino. Ya habíamos visto el autobús desde arriba, con lo que íbamos tranquilos, ja, ja. Torrestío es un bonito pueblo típico del norte de León, con sus casonas de piedra y su maravilloso paisaje. Llama la atención la cantidad de señales que invitan a reducir la velocidad de los coches, particularmente la que avisa del peligro de que haya gallinas en la calzada. Probablemente, desde que se abrió la carretera a la Farrapona, Torrestío ha sufrido un importante aumento de la circulación.No hay bar en el pueblo, así que subimos al autobús y seguimos hasta San Emiliano, donde paramos a tomar algo.
Buen día, buena Ruta y la mejor Compañia