jueves, 17 de agosto de 2023

Senda del Celorio Geras - Paradilla de Gordón

La Senda del Celorio es una Ruta que nace basada en un relato del escritor José María Menéndez López, titulado "Celorio el de Geras, tu sabes" e ideada por dos hermanos vecinos de uno de los pueblos por donde discurre, Paradilla de Gordón.

La Ruta se inicia un poco antes de llegar a Geras de Gordón, en un aparcamiento donde encontramos un panel de hierro que indica el inicio de la ruta.

Cartel metálico en el punto de inicio de la ruta


La ruta va por sendas accesibles, con suave desnivel hasta Paradilla, durante el camino vamos encontrando hasta ocho carteles metálicos en los que se narra la historia de "Celorio el de Geras", de forma muy entretenida y con cierto suspense vas siguiendo el relato de un hecho ocurrido en la guerra civil:


Cartel 1º
"Celorio viene al mundo fuera de tiempo, a sangre, de nalgas: su madre lo nace en las tierras, en Geras, y su padre, comadrón por necesidad, deja en claro la azada para arrancárselo del vientre a fuerza de manos, que las tiene como garras. De aquello le queda a Celorio un hablar timbrado, la frente desacostumbradamente ancha, unos ojos afilados y como llenos de agua, y cierta apariencia de ave zancuda; le queda también el cuello rígido y un no poder acostarse para dormir, ni para nada, cosa que hace de pie, estribado en una estaca, en una sebe, o contra un árbol, o en cualquier sitio si tiene gana"

Cartel 2º
"Cuando pequeño, la primera vez que lo llevan a la escuela, se pierde durante el recreo, la segunda se escapa y la tercera no va. En realidad, no huye: le tiene gusto a subir como otros escogen arrastrarse: trepa al crestón de granito de Paradilla que domina el valle y gasta allí las horas mirando el cielo de frente, que hacia arriba no es capaz, o espigando guijarros de colores en los quiebros de las torrenteras, jaulas de luz que luego intercambia por un rato de amistad entre los otros críos del pueblo. El maestro entiende cabal dejarlo en paz, porque Celorio sin duda está loca y el maestro no está para locos"

Cartel 3º
"Un día Celorio hace aparte y cuenta una treintena de guijarros, los mejores de su colección: casi un millar. Busca al Paco, de quien no recuerda un solo agravio, y le entrega el regalo. El Paco, un rapaz de naturaleza reposada, desorbita los ojos al recibir el tesoro, hipa de gozo y dice «Gracias», no dice nada más porque no lo espera y porque, a su idea, no tiene cosa alguna con que agradecer. Celorio, que no entiende de deudas, le taja una de sus miradas y resuelve con voz campanuda: «Luego de muerto, que me entierren arriba, tú sabes, entre los peñascos, cara al cielo, que ahora nunca puedo verlo»"

Cartel 4º
"Veinte años después, mediada la guerra, al Paco lo reclutan de oficio porque tiene hechuras y conoce el monte. Le dan un fusil y una gorra y lo mandan a vigilar desde lo alto las maniobras del enemigo. El Paco obedece y vigila y no ve nada durante meses, hasta que una tarde, él y otros tres son convocados a las afueras del pueblo por el capitán, un tipo ventrudo con trazas de asesino, para cuadrar un pelotón de fusilamiento: van a ejecutar al Celorio, a quien han encontrado la noche anterior dormido en la tienda de mando, y como que dormía de pie y tampoco se avino a explicarse, lo juzgan de espía."

Cartel 5º
"El negocio queda emplazado para el atardecer. Llega la hora, solos capitán, pelotón y reo; se lee la sentencia y se organiza el tinglado; a la voz de fuego, al Paco lo ciega el recuerdo de los guijarros, se llena de coraje, maldice el reglamento y apunta alto; los otros, que también conocen al Celorio, deciden, cada uno a su manera, matarlo sólo un poco, y el infeliz cae al suelo con dos balazos en un hombro y otro en el vientre, pero cae tan falto de ministerio, que se tronza el cuello contra un pedrusco y va contrayéndose hasta quedar así, acurrucado, paralizado pero vivo, gimiendo de estupor como un niño"

Cartel 6º
"El capitán estalla en blasfemias, luego escupe sobre el cuerpo, desenfunda la pistola y se apresta a propinarle el tiro de gracia. «Si lo hace, lo reviento», oye a su espalda, y se vuelve: el Paco lo está encañonando ahora. «¿Me entiende, cabrón? ―el Paco insiste, tiene los ojos anegados de guijarros de colores―: ¡Si aprieta el gatillo, juro por dios que lo reviento!» El capitán vuelve a escupir: «¡Imbécil!», masculla con indiferencia suicida mientras amartilla el arma y apunta a la sien del caído. El disparo se produce a bocajarro: suena como un golpe de agua abierta, y apenas si tiene persistencia, excepto por el eco"

Cartel 7º
"El cuerpo del capitán voltea y se desmorona como una corteza seca; los demás, perplejos, ni se mueven cuando el Paco se vuelve contra ellos, interrogándolos en silencio. Un instante después, se ahombra al moribundo y lleva el paso hacia Paradilla, hacia lo alto, «tú sabes». Los otros lo dejan ir sin mediar palabra; esperan allí las cinco horas que le toma subirlo a la cumbre para tenderlo cara arriba, entre las rocas; esperan todo el tiempo que vela su agonía mientras lo escucha susurrar poniendo nombre a tantas estrellas que nunca ha visto; esperan a que lo entierre y esperan aún más, hasta su vuelta"

En Paradilla, al lado de la Iglesia, encontramos el último Cartel y así conocer el final de la historia de Celorio:

Cartel 8º
"Amanece cuando regresa. Para entonces, sus compañeros han acordado un informe donde la muerte del capitán sobrevino como consecuencia del rebote fatal de una bala. El Paco se opone, no entiende el porqué de arriesgarse por su causa. Uno de ellos, uno de su mismo pueblo, responde con otra pregunta: «¿Y por qué lo hiciste tú?». Al Paco se le vienen de nuevo los guijarros a la mirada: siente rabia: no quiere llorar, pero sus ojos destellan. «Por un amigo», contesta. «Ya…», replica su paisano con voz ahogada; mira al punto a los otros y zanja de una vez la polémica: «Pues por lo mismo nosotros»"


En la senda se encuentra esta escultura de Amancio González que simboliza la mano de Celorio.

La Iglesia de Paradilla, de estilo románico, según el mapa del IGN está situada en lo alto de la Peña de la Iglesia 1.245m y es un gran mirador del entorno de este pueblo de montaña:

Iglesia parroquial de Paradilla de Gordón


Este pequeño belén de cumbre parece indicar que es la Peña de la Iglesia

No hay que dejar de conocer el columpio de Paradilla. Instalado en una de las terrazas naturales del pueblo, basado en una escultura de 60cm, obra de Amancio González hecha en escala hasta alcanzar los 6m de alto, como un columpio que te permite, mientras te balanceas, contemplar el valle, la ermita y todo el pueblo:



El regreso para cerrar esta Ruta circular se hace bajando por la carretera y tomando, en el indicador, un sendero  que tras cruzar en dos ocasiones la carretera nos deja junto al puente que cruza el rio Casares.

Carretera de acceso a Paradilla

furgoneta abandonada en la senda, un camper antiguo

Atravesamos el puente y continuamos por un sendero junto al río en dirección a Geras:

Rio Casares

Hasta enlazar con el camino que viene del Hayedo de la Boyariza y del inicio de la Foz de Meleros:


Tenemos que cruzar el rio Casares por otro puente y caminar por detrás de los quitamiedos de la carretera a Geras durante 300m hasta llegar al aparcamiento desde donde iniciamos la ruta.
 


Ruta con muy buenas vistas desde Paradilla a el hayedo de la Boyariza, y a los picos que van desde el el Amargones hasta el Cerro Pedroso:

Recorrido y estadísticas de la Ruta

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